El movimiento es el más intenso foco visual de atención. El movimiento implica un cambio en las condiciones del medio, y el cambio puede exigir una reacción. Puede indicar la proximidad de un peligro, etc.
Los acontecimientos, nos atraen más espontáneamente que las cosas, y la primera característica de ellos es el movimiento. A la estación de ferrocarril, llamamos una cosa; a la llegada del tren, un acontecimiento. Esta distinción no depende sólo del movimiento, sino también de otras especies de cambio: el cambio de color del cangrejo de mar, el proceso de ablandamiento de una papa.
En realidad no percibimos el acontecimiento como tal, sino las cosas padeciendo un cambio. Hay excepciones, cuando la acción es demasiado veloz. Wertheimer descubrió en sus experimentos sobre el movimiento estroboscópico que lo que los sujetos percibían en ciertas condiciones no era un objeto que se trasladaba de una posición a otra, sino más bien un “movimiento puro” que tenía lugar entre dos objetos y sin relación con ninguno de ellos. Los acontecimientos se perciben con mayor frecuencia como acciones de los objetos. El mundo está hecho de cosas que cambian y de otras que permanecen inalterables.
La distinción entre objetos en acción y objetos en reposo, no es tan correcta. Para la Física toda materia está en movimiento, la de una casa, la de un vuelo de un pájaro. En un vuelo de un pájaro existe también un desplazamiento de objeto íntegro. Y en ello desaparece la distinción entre cosa y acción desaparece por completo, pues la materia no es sino un conglomerado de energía. El carácter de cosa y las actividad no son sino propiedades de estructuras de fuerzas.
Un objeto visual es una estimulación, una acción sobre el organismo que se convierte en acción en el sistema nervioso. Todo objeto visual es un acontecimiento dinámico y que una cosa en reposo es aquella en que las fuerzas no están ausentes, sino que se encuentran en equilibrio.
TIEMPO Y SECUENCIA
La diferencia entre una danza y un cuadro, la primera ocurre en el tiempo y una pintura está fuera del tiempo.
El tiempo es la dimensión del cambio. Contribuye a la descripción del cambio y no existe sin él.
De modo similar, los objetos inmóviles nos dan la impresión de estar fuera del tiempo. En teoría, mi escritorio subsiste en el tiempo mientras que mi lapicera se mueve sobre el papel.
La historia que describe el cuadro que vemos en la pared no está detenida en su curso. Está fuera del tiempo. Para que un objeto inmóvil parezca estar privado de movimiento o resistiéndole, son necesarias ciertas condiciones especiales.
Lo que distingue la experiencia de los acontecimientos de la de las cosas, no es que aquélla contenga la percepción del paso del tiempo, sino que seamos testigos de una secuencia organizada cuyas fases sucesivas se siguen significativamente en un orden unidimensional. Ningún vínculo de tiempo los relaciona, pues el tiempo no puede crear orden. Es el orden el que crea el tiempo.
Si recodamos un hecho que no tiene un lugar significativo en la secuencia de los acontecimientos pasados, ese hecho tiene tan poca relación con el tiempo, como un objeto brillante aislado en un cuarto oscuro tiene poca relación con el espacio.
Todo lo que ya ha ocurrido se modifica por lo que ocurre después
Esta posibilidad de alteración que tiene el pasado y el hecho de que toda la secuencia de un hecho pasado se nos de como movimiento de un objeto que ahora estamos mirando, se explica por el carácter espacial de la memoria. Sea lo que fuere aquello que se recuerda; se localiza en el espacio de las huellas de la memoria, se ubica en algún lugar del cerebro tal como ahora existe, tiene más bien una dirección que una fecha. Esto quiere decir que la experiencia de un acontecimiento, una danza o una pieza musical, por la interacción de las huellas que ha dejado en nosotros.
La mera distribución de las partes en el espacio no organiza una obra pictórica o arquitectónica. La diferencia esencial entre ambas no reside en que una se base en el tiempo y la otra en el espacio, sino que en la secuencia en que las partes de una composición deben relacionarse entre sí. Cuando miramos una escultura o un cuadro, el orden de las percepciones no forma parte de la composición.
Un cuadro contiene uno o varios temas dominantes, a los cuales el resto se subordina.
El observador examina las varias zonas del cuadro en sucesión porque ni el ojo ni la mente son capaces de captar todo simultáneamente, pero no interesa el orden en que se realice la exploración. Las direcciones específicas que indica la composición no tienen que coincidir necesariamente con el curso que sigue la mirada. Una “flecha” compositiva que va de izquierda a derecha se percibe igualmente aunque la mirada avance en dirección opuesta o si se mueve en zigzag a través de la dirección que señala la composición. Las barreras que los conflictos de contorno o color erigen en el cuadro no detienen al ojo. Por el contrario, se advierten y se experimentan en el proceso de ser transpuestas.
En un cuadro el equilibrio permanente esta constituida por las acciones de las fuerzas que se atraen y se repelen entre si, se orientan en direcciones particulares y se manifiestan en secuencias espaciales de forma y color.
Ejemplo: las fuerzas representadas en un cuadro se definen fundamentalmente por el espacio. La dirección, la forma, el tamaño y la ubicación de las formas que las encarnan, determinan dónde se aplican estas fuerzas, hacia donde se dirigen, y cuánta es su intensidad.
La expansión del espacio y sus características estructurales sirven como marco de referencia para la caracterización de las fuerzas.
¿CUÁNDO VEMOS EL MOVIMIENTO?
¿En qué condiciones percibimos el movimiento? Una oruga se arrastra por la calle. ¿Por qué la vemos moverse en tanto que la calle permanece fija y no vemos que el paisaje entero, incluso nosotros mismos, se desplaza en la dirección opuesta, con la sola excepción de la oruga?
La experiencia del movimiento visual presupone que se vean dos sistemas, uno de los cuales se desplaza en relación al otro. La oruga se desplaza en relación al paisaje; la torre inclinada se derrumba en relación a las nubes.
DUNCKER ha formulado la regla psicológica de lo que acaece en cada caso particular. Señala que los objetos se ven en el campo visual en relación jerárquica de dependencia. Es el mosquito el que se adhiere al elefante y no éste aquél.
Aún sin contar con el movimiento, la organización espontánea del campo asigna a ciertos objetos el papel de marco, del que los otros dependen. El campo está constituido por una compleja jerarquía de tales dependencias.
El cuarto sirve de marco a la mesa; la mesa, a la frutera ésta a las manzanas. La regla de DUNCKER indica que en la experiencia de desplazamiento, el marco tiende a permanecer inmóvil, mientras que el objeto dependiente ejecuta el movimiento. Cuando no existe dependencia, los dos sistemas pueden moverse simétricamente, aproximándose o alejándose el uno del otro a velocidad idéntica.
Duncker, y más tarde Oppenheimer, establecieron algunos de los factores que condicionan la dependencia. El cercamiento es uno de ellos. La “figura” tiende a moverse; el fondo a permanecer inmóvil. La variabilidad es otro factor. Si un objeto cambia su forma y tamaño y el otro permanece constante, por ejemplo una línea que parte desde encuadrado, el objeto variables el que se mueve. El observador ve la línea que sale del cuadrado y no el cuadrado que se encoge mientras la línea permanece inmóvil. La diferencia de tamaño es efectiva en el caso de los objetos contiguos. Cuando los objetos se encuentran uno junto a otro, ya sea lateralmente o en la dimensión de profundidad-uno por delante del otro-, el más pequeño será el que se mueva. La intensidad es otro factor. Dado que el objeto más oscuro se ve dependiente de más claro, cuando tiene lugar un desplazamiento, el objeto más oscuro se mueve y el más claro permanece quieto.
El observador también actúa como marco de referencia. Pues percibe el desplazamiento en relación a su propia ubicación.
Duncker explica: el objeto observado asume el carácter de figura, mientras que la parte no observada del campo tiende a convertirse en fondo. Dado que en general es la figura la que se mueve, el hecho de concentrar la mirada tiende a producir movimiento.
En algún caso particular, varios de los factores aquí enumerados, como también los que dependen de las condiciones visuales y kinestésicas del observador se apoyan o se obstaculizan mutuamente, de modo que la percepción de movimiento resultante se determinará por la intensidad relativa de los factores comprendidos.
DIRECCION
Que el movimiento se perciba y dónde, se determinará, por la estructura de su contexto en el espacio y en el tiempo. Lo mismo puede afirmarse para las propiedades más específicas del movimiento, como dirección y velocidad.
Todo movimiento, excepto el más simple, es una combinación de subsistemas que funcionan independientemente y, que a la vez, se integran en un todo.
La dinámica también va a depender de la forma.
LAS REVELACIONES DE LA VELOCIDAD.
El movimiento, como también otras clases de cambio, se percibe solo de ciertos límites de velocidad. El sol y la luna se trasladan tan lentamente que parecen estar detenidos; y la chispa del relámpago es tan veloz que todo su curso se muestra simultáneamente como una línea.
Un cambio de velocidad no solo puede hacer expresivas las cualidades preceptúales, sino también modificarlas cualitativamente.
Este fenómeno es el resultado de la ambigüedad de la dinámica visual. La alta velocidad a que se mueve un objeto puede percibirse como si éste se debiera a una gran potencia motora y/o a la poca resistencia del medio. La lentitud se ve como resultado de la debilidad o falta d esfuerzo por parte del objeto y/o a la gran resistencia por parte del medio.
La velocidad visual también depende del tamaño de los objetos de que se trate. Los objetos grandes parecen moverse más lentamente que los pequeños. Un campo pequeño da la impresión de un movimiento más veloz.
EL MOVIMINETO ESTROBOSCÓPICO.
¿Por qué vemos movimiento donde no lo hay?
Cuando sobre las retinas se proyecta la imagen de un automóvil en marcha, se estimulan diferentes grupos de receptores a medida que cruza la superficie retiniana.
El estudio más conocido acerca del problema es de Wertheimer. Investigó el movimiento que se percibe cuando se encienden en la oscuridad dos puntos luminosos a distancia adecuada y con un intervalo de tiempo ajustado. Sobre la retina se estimulan dos puntos en sucesión. Cuando se hallan espacialmente muy alejados o el intermedio temporal es grande, vemos que aparece y desaparece una de las luces, y luego que la otra hace lo mismo. Cuando están próximas entre si o el intervalo temporal es muy corto, vemos que ambas se iluminan a la vez. Pero en condiciones optimas, vemos la convincente imagen de una luz que se traslada de un punto a otro.
Puesto que vemos movimiento, debe producirse en algún lugar del cerebro.
Los experimentos de Wertheimer fueron sugeridos por un juguete inventado y descripto por primera vez en 1834 por Horner. En un tambor se insertaban una serie de figuras que representaban las fases del movimiento de algún objeto, por ejemplo, un caballo saltando, y se las miraba en sucesión a través de unas ranuras, mientras el cilindro giraba. Esta invención se llamaba daedaleum, otras de la misma especie condujeron posteriormente a la técnica cinematográfica. Tanto el sencillo juguete como el moderno proyector de películas producen sensación de movimiento por una rápida sucesión de figuras inmóviles.
El principio de agrupación desempeña también un papel importante. Es más probable que un objeto en movimiento preserve su identidad, cuanto menos cambien su tamaño, forma, claridad, color o velocidad. Si el objeto altera la dirección de su carrera, su identidad se ve amenazada. Por ejemplo: si una liebre perseguida dobla de pronto, el cambio de dirección no impedirá que sigamos viendo el mismo animal. Si en el momento del cambio se transforma en un pavo, la identidad puede interrumpirse, y veremos a un segundo animal que parte desde el punto en que el otro ha desaparecido. Pero si la transformación de forma y color tiene lugar sin cambio de ruta, puede que la consecuencia de sendero y velocidad sea o suficientemente fuerte como para que veamos el mismo animal que se transforma durante la persecución.
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